viernes, 19 de agosto de 2011

- ¿No te preocupa que esté allí abajo?

Tôya miró sobre su hombro un segundo. Sakura estaba en su puerta, jugando distraídamente con su pelo, sin mirarlo a él, por lo que siguió tecleando y mirando sus pantallas.

- Ya sabes que mientras esté fuera, no es peligroso. Allí abajo no hay nada que le pueda hacer daño.

- ¿Eso piensas? - Sakura resopló -. Allí hay cosas de cristal, metales... ¡Bisturís! ¡Y cables! ¿Qué pasa si pisa un charco electrificado?

Esta vez, Tôya se giró completamente, silla incluida.

- Y luego soy yo el hermano sobreprotector...

- Ugh... No quiero ser sobreprotectora, es sólo que es tan pequeña que... no sé...

- Tú no levantabas mucho más del suelo con ella cuando te colaste no en el laboratorio, sino en la sala Edén, que es peor. Y si no me fallan las cuentas, eras bastante más joven de edad que ella, - respondió Tôya, conteniendo una sonrisa de medio lado que pese a sus esfuerzos, no pasó desapercibida.

- A veces te odio, a ti y a esa cabeza tuya - fue la respuesta de ella, acompañada por un hinchamiento de mofletes y sacamiento de lengua.

- Yo también te quiero, cerecita - esta vez no hizo nada por ocultar la sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario